viernes, 30 de enero de 2015

LA SEMANA





Hoy te habías
vestido de lunes
te habías calzado los zapatos más pesados
y habías pintado en tu cara un gesto desabrido.
El día se te presentaba triste, aburrido,
lo mismo de todas las semanas…
De repente te acuerdas:
tienes en la mesa un libro no leído
un mundo nuevo al alcance de la mano.
Y el lunes se enciende,
los zapatos ya no pesan,
el hastío se ha esfumado.
El nuevo amigo te estará esperando
cuando vuelvas a casa.
¡Hoy es lunes!
Has decidido vivirlo hasta agotarlo…


Martes.
Un peldaño más en la semana.
Cuesta subirlo con la realidad a cuestas,
una realidad que pesa en los hombros como plomo.
Las noticias nos apuñalan
y la lluvia se suma a la monotonía monocorde.
Corrupción, fraude fiscal, prevaricación,
robo a mano armada,
siempre lo mismo…
Es martes
llueve.
y en cada gota hay una historia desdichada.


El miércoles es un día muy digno,
igual que lo son el lunes, el martes…
¿Por qué ese empeño en ensalzar tanto al viernes
y despreciar a sus hermanos de semana?
Cada día merece que lo vivas con ganas
con entrega, como si fuera el último.
¿Acaso piensas que lo que no vivas este miércoles,
que ese trozo de vida que hoy has desdeñado,
que has dejado suspendido,
lo vas a poder vivir más adelante?
Lamento desengañarte:
este modesto miércoles,
colocado ahí, en mitad de la semana,
equidistante entre el lunes y el viernes,
es ahora, en este momento,
lo que la vida te regala.
Todo lo demás es lo que ya has vivido
o la probabilidad de un futuro incierto…
Vive este miércoles,
no lo dejes de lado,
porque puede que acabe siendo
un día decisivo para el resto de tu vida.


Me quito este día ya vivido
lo pliego y lo guardo en el armario.
No volveré a ponérmelo
--los días son de un solo uso—
pero lo guardo y sé
que de vez en cuando me dará gusto mirarlo.
Que me traerá recuerdos
de un jueves de otoño
con árboles ya casi desnudos
que tampoco volverán a ponerse
ese follaje desechado
que, con envidiable desapego,
han dejado volar
al capricho del viento.


¡Por fin viernes!
Planes de fin de semana.
¿Qué haremos mañana,
y el domingo?
Ojalá reine el buen tiempo…
Tenemos la cabeza en otra cosa,
porque hoy es viernes
y el tiempo pasa velozmente
como una bengala luminosa,
hoy es viernes,
preludio de la ansiada felicidad.



Ha llegado el sábado,
el día con mejor reputación de la semana.
El viernes no está mal,
pero es apenas un umbral.
El domingo se agradece,
pero es un día de resaca.
El sábado en cambio,
--¡Ay el sábado!—
es el DÍA por antonomasia.
Debería ser luminoso,
erguirse alegre y despreocupado,
pero ha amanecido nublado.
No es un despiste,
cualquier día, sea lunes, jueves o sábado,
puede amanecer nublado,
y esto es lo que toca.
El verano es ya un lánguido recuerdo
y aunque con hojas en los parques todavía,
nos asomamos al invierno.
Te corresponde a ti encender este sábado,
ponerle un sol y alas de mariposas,
disfrazarlo de prematura primavera…
Busca entre los recuerdos,
pinta un amanecer rosado en la ventana,
abre la alacena del alma
y mira el cerezo en el frasco donde lo conservamos.
¡Vive y ama intensamente
porque hoy es sábado!


Mañana de domingo,
la casa huele a tarta de manzana.
Sobre el fuego hierve a borbotones la salsa.
Hoy comemos todos juntos,
la mesa ya está puesta y hay risas en los platos
y alegría en las miradas.
El día se desliza suavemente.
Por la ventana se ven niños en el parque,
juegan a la pelota entre la hojarasca.
Mañana empieza el invierno.
época de recogimiento,
de fuegos encendidos
y juegos de salón,
Hoy es día de reencontrar afectos
y reactivar abrazos y caricias.
Un domingo en familia
para poner en marcha la semana.


© Emma Fondevila
13 de diciembre de 2014